9.11.10

II. Las ratas

“It hurts to set you free, but you’ll never follow me…”
The end.

      Fue el peor sabor de todos, el desencanto. Salir de la pecera: el destierro. No lo sabía aun, pero iban a venir cosas peores. Ahora estaba encendiendo su primer cigarrillo y apoyando las all star gastadas y rotas y escritas en el marco de la ventana. Fue un acto heroico, en ese momento, sacar un casette de The Clsah… pero él prefirió manson. Pelotudo, pensó ella. Al día siguiente, la dejó por la más puta del curso. En vez de llorar (eso vino después), ella dijo que no importaba y que, después de todo, (por alguna ley de transitividad extraña) la otra iba a dejarlo por el más gil. Dicho y hecho, al mes intentó regresar porque “Chu-Pamela” le volteó la cara de un bife y él creyó –erróneamente- que era atinado invitar a su actual ex novia a ver Jurassic Park –o algún otro best-seller cinematográfico de los ’90. El orgullo teen y precoz pudo más que el enamoramiento melodramático y, en pocas palabras, lo mandó a cagar.

Ellos no lo sabían entonces, pero no se volverían a ver hasta el año 2000, cuando él la llamó por ese extraño apodo que no escuchaba desde los 14 y –quizá por la decadencia de la fiesta o el amanecer prematuro del verano – le causó, a ella, tanta ternura, que decidió quedarse charlando un rato más, en la costanera.

Tampoco lo sabían en ese momento, pero se encontrarían por casualidad diez años más tarde, en el tren, con casi las mismas caras de niños. Si diez años atrás era notoria la distancia entre ambos, ahora era un abismo, imposible. Él la invitó a comer al Burguer. “Soy vegetariana”, mintió, y se bajó en Victoria.

Pero volvamos al año 2000. Ahora, ella está en un recital mirando al guitarrista de una bandita que toca en Plaza Francia. El chico (demasiado pelirrojo, pensó al verlo de cerca), terminó de tocar y se acercó a pedirle un pucho. Fuman, se besan, él se va. Inmediatamente después del encuentro ella escribe:

Curiosamente uno sigue creyendo que tiene algo especial…
En mi caso, creo que fueron los peces…

Y recuerda,


Y es que una vez afuera de la pecera, el tiempo empieza a deformar…